Dada esta situación planteamos la siguiente hipótesis: las
personas, seres vivos y objetos que están en la Tierra permanecerán en la
Tierra.
Esto lo podemos deducir de la siguiente manera: Si la gravedad
es repulsiva y con la distancia aumenta creemos que los planetas que están más
alejados de la Tierra ejercerán una fuerza de la “gravedad repulsiva” mucho más
fuerte hacia nuestro planeta y por tanto la fuerza de la Tierra será
insignificante ya que la distancia entre los cuerpos y el centro de la Tierra
es infinitamente menor que la de los planetas más alejados.
Lo planteamos gráficamente en esta imagen en la cual hemos
representado la Tierra (color verde)y algunos de los planetas más alejados de ella
(color azul), situados en lugares recónditos del universo. La distancia entre
estos planetas y el nuestro es tan grande que la gravedad será directamente
proporcional, por lo que los objetos serán empujados lo más lejos posible, es
decir hasta la superficie de la Tierra. Así vemos que se llega a un estado de
equilibrio en el que la Tierra es influida por las fuerzas reactivas de la
gravedad de todos los planetas alejados de esta y que se hallan en todas
direcciones, por lo que se mantendrá en una posición fija de equilibrio y los
cuerpos en su superficie.
Si consideramos cualquier planeta o cuerpo celeste del
universo, los materiales que hay en la superficie de estos permanecerían en
ella dado que al igual que sucede en la Tierra, la mayor fuerza de gravedad la
ejercerían los planetas más lejanos
frente a la gravedad mínima del propio planeta o cuerpo celeste. Por
este motivo, los planetas se mantendrían en una situación de equilibrio los
unos respecto a los otros. En cuanto a
los movimientos rotatorios de los planetas y de traslación alrededor de los
astros podrían darse igualmente, ya que si tienen una velocidad inicial, lo
harán y la situación de equilibrio descrita anteriormente provocará que el
movimiento rotatorio sea regular.
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